En uno de mis últimos viajes a la capital de la moda italiana, en Milán, descubrí uno de los restaurantes que más me ha impresionado, en estos últimos tiempos, Carlo e Camilla en Segheria, un establecimiento que por derecho propio ya forma parte de mis imprescindibles.
Situado en un antiguo molino en el corazón de la ciudad, el estrellado chef Carlo Cracco decide abrir, hace poco más de un año, su nuevo y espectacular restaurante. Junto a Tanja Solci, importante directora de arte y diseñadora deciden crear este espacio de carácter y singularidad industrial, utilizando una puesta en escena espectacular y sorprendente para agasajar a los afortunados comensales que noche tras noche disfrutan de platillos de alta gastronomía creadas por el chef Emanuele Pollini Romagna en un entorno único y mágico.
Carlo e Camilla en Segheria luce como un espacio majestuoso, en el que el juego de contrastes entre el entorno de apariencia decadente y la decoración minimalista interviene como elementos esenciales para deleitarse con las propuestas culinarias y los cócteles que se ofrecen.
Dos mesas centrales colocadas en forma de cruz, a modo de disposición comunitaria, en el que los diferentes comensales comparten una misma superficie, -no hay mesas independientes- para crear una atmósfera particular y sugerente se visten con candelabros antiguos, vajilla de Richard Ginori y sillas de la firma italiana Capellini, entre las que destacan diseños de Jasper Morrison y AG Fronzoni. Piezas seleccionadas de Ron Arad y Ross Lovegrove, -parte de la colección personal de Tanja Solci-, rematan el concepto decorativo de Carlo e Camilla en Segheria.
El tipo de gastronomía del restaurante se basa esencialmente en la revisión y reinterpretación de las recetas tradicionales italianas, cambiando de propuesta cada 45 días.
Si piensas viajar a Milán, no lo dudes, Carlo e Camilla en Segheria, se ha convertido en el restaurante imprescindible, visítalo.
Fotografía: Nathalie Krag
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