Antoni Gaudí y su imaginario arquitectónico.

Contaba tan sólo con 15 años cuando descubrí Barcelona por primera vez, cuando vine junto a mis padres, durante unas vacaciones veraniegas, a conocer la ciudad, sin saber que con el tiempo se convertiría en mi cuartel general, en parte fundamental de mi vida, tanto personal como profesional.

En plena adolescencia, mis inquietudes distaban muchísimo de las propias de chicos de mi edad. Desde Dinamarca, mi país natal, ya soñaba con conocer de primera mano la arquitectura de uno de los más grandes de la historia: Antoni Gaudí.

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Compartía dicha pasión y anhelos con mis padres, Jorgen y Birthe, por lo que la experiencia vivida en Barcelona dos décadas atrás, me inspiró profundamente para elegir una carrera tan compleja como la arquitectura, con grandes maestros internacionales como claros referentes.

Como no podía ser de otro modo, visitamos una de las grandes obras maestras de Gaudí, la Casa Milà, más conocida con el nombre de La Pedrera, un edificio modernista singular, construido entre 1906 y 1912, declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1984. Un edificio histórico concebido y construido para albergar viviendas y que como tal, se utilizó a partir de 1911.

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Situada en el número 92 del Paseo de Gracia, una de las arterias más importantes de la ciudad, la casa fue edificada por encargo de Pere Milà i Camps y Roser Segimon i Artells, acaudalado matrimonio de la burguesía catalana. Con el paso de los años, estudiando la biografía de Gaudí y sus obras, llegué a descubrir que la relación del arquitecto con Roser Segimon i Artells fue muy complicada por la diferencia de criterio sobre la construcción, la decoración y los acabados de la afamada obra, hasta el punto que la propietaria, decidió deshacerse de gran parte de los muebles diseñados por Antoni Gaudí, redecorando su vivienda en estilo Luis XVI.

La Pedrera es el claro reflejo de la plenitud artística de Gaudí, momento en el que se inspira en las formas orgánicas de la naturaleza, del mismo modo que sucede en el Parc Güell, gran ejemplo de la etapa naturalista del arquitecto nacido en Reus. Definitivamente una obra imprescindible para los visitantes y autóctonos de la ciudad, a pesar de las muchas colas que se generan frente a la entrada de la casa, vale la pena visitarla y disfrutar de las actividades y propuestas que allí se celebran.

Probablemente, una de las obras que más me impactaron en mi primer viaje a Barcelona, pese a ser una gran desconocida, fue la Casa Vicens, el primer proyecto relevante del arquitecto, un edificio modernista situado en la antigua Vila de Gracia, en la época, un núcleo urbano independiente de Barcelona, con ayuntamiento propio. En la actualidad, forma parte del popular barrio de Gracia, en el número 24 de la calle de las Carolinas. Un encargo de Manuel Vicens i Montaner, para la segunda residencia vacacional de la familia, propietaria de una fábrica de cerámica (para algunos autores no está claro que el propietario tuviera una fábrica de azulejos). Sea como fuere, no sería descabellado pensar que realmente estaba relacionado en este sector, admirando la fachada del inmueble, decorada con singulares piezas de cerámica.

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Construida entre 1883 y 1888, el arquitecto se encontraba en el primer período de su carrera profesional, etapa que se corresponde a la influencia orientalista, principalmente al arte mudéjar, bizantino y persa, tal y como se aprecia también en otros proyectos como las Bodegas y los Pabellones Güell o el Capricho de Comillas, edificio proyectado en 1883 en la localidad cántabra de Comillas.

La Casa Calvet, la Torre Bellesguard, la Casa Batlló… Son tantas las obras del arquitecto catalán, que necesité varios viajes para disfrutar de la maestría de Antoni Gaudí y su imaginario artístico.

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Antes del regreso a Copenhagen, realizamos una última parada, también imprescindible, en la Sagrada Familia, la auténtica obra cumbre de Gaudí. Una basílica católica iniciada en 1882 –todavía en construcción-, resulta el máximo exponente de la arquitectura modernista catalana, y monumento más visitado de España.

Con tan sólo 15 años, la magna construcción me impresionó y marcó profundamente. Con tan sólo 31 años, Gaudí se hizo cargo del proyecto, cuyos inicios estaban basados en el estilo neogótico, planteamiento que se reformuló al asumir totalmente la construcción del edificio. Dedicó toda su vida a su obra maestra, y en los quince últimos años, la dedicación se volvió exclusiva.

En muchas ocasiones pienso: ¿veremos realmente La Sagrada Familia acabada?

Un viaje extraordinario, gracias al cual, mi vida tomó un rumbo determinado para descubrirme una sensibilidad, cultura y arte únicos en el mundo.

Fotografías: Via Wikipedia & Via WhiteNuba

 

Comments

  1. Guillermo Sepulveda Bascuñan says

    Que acertados son tus comentarios sobre estas maravillas de un gran arquitecto; definitivamente son y deben ser imperdibles de visitar y bien gastar uno o dos días recorriendo estas construcciones, de una imaginación increíble, belleza incomparable y remanso para el espíritu.

  2. Luciano says

    Impresionante su relato. Tuve la suerte de conocer algo de su obra que realmente es descomunal y

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