Hace unos años descubrí un bar de pinchos en uno de los barrios más auténticos y castizos de Madrid, en La Latina, bautizado con el divertido nombre de Juanalaloca.
La primera vez llegué allí por casualidad pero, en esta ocasión decidí repetir; la cultura de los pinchos y el tapeo siempre me ha sorprendido, desde que los descubrí al llegar a España por primera vez, en uno de mis viajes de exploración a lo largo y ancho mi país de adopción, concretamente en el barrio antiguo de San Sebastián.
Enclavado en una de las zonas más populares, La Latina forma parte del Madrid más antiguo y tradicional. En la misma plaza de Puerta de Moros, una de las antiguas puertas de acceso a la ciudad de Madrid y el Mercado de la Cebada, uno de los más grandes de la capital, se encuentra este atractivo local, uno de los más sabrosos de la capital.
Tras un agradable paseo desde mis apartamentos Eric Vökel Atocha Suites, entre callejuelas y plazas con solera, llegué a Juanalaloca; el día era soleado, el mediodía perfecto para deleitarse con una pequeña muestra de los pinchos que allí ofrecen, en equilibrio magistral entre calidad y creatividad.
Recordaba con especial entusiasmo la tortilla de patatas con cebolla caramelizada, cocinada con cariño y esmero, increíblemente jugosa y sabrosa, por lo que decidí repetir. Probablemente una de las mejores que haya probado nunca. El platillo de rabo de toro deshilachado, en pequeños medallones, con su salsa y patatas confitadas no se queda corto, ni mucho menos y la tarta de secreto ibérico con verduritas y reducción de Pedro Ximénez destaca también entre muchas otras propuestas.
En Juanalaloca es difícil elegir, la variedad de platos, fríos y calientes, siempre sorprenden, tanto a aquellos asiduos que repiten casi a diario, como a los que descubren sus propuestas gastronómicas, por primera vez.
Cocina en miniatura para soñar despierto.
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